Mar y olas. Extensión de tierra que limita su poder celeste. Faro. Desde la sombra del árbol todo se vuelve una postal que llevarse para siempre.
¿Es una imagen real o es una imagen que creé? ¿Acaso importa dónde estoy si es donde nunca quise estar? Tengo una mente lista para llevarme a ese lugar que nunca creí conocer en la Vida.
Mamá puede seguir llamándome a comer. Mi padre puede seguir jugando con mi hermano al tennis en esa extensión de verde brillante, ahora a mis espaldas. Ya nada importa. El sol brilla y quien soy es algo que ahora puedo configurar en un entramado que une sueños y realidades, fantasías y experiencias.
Este es mi segundo de Vida. Aquí imaginando que estoy donde estoy, donde quiero estar. Frente al imponente mar, un faro que lo iluminará en su noche y nos permitirá observarlo ¿Podés ver? El mar está moviéndose. Las olas pueden llevarme en su sonido. Parece que en su ruido me callaran... a mi mente... a todo lo que cargué estos años... Shhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh dice... ¿lo escuchás? Es él. El mar podría ahogarme en su sonido y llevarme a lo profundo del agua.
Es libre el cielo cuando vive en lo alto y es celeste. Es abrazo el vientito suave que mueve las puntas de mi cabello oscuro. Descubre mis ojos al tiempo que viaja de continente a continente en el aire, a veces escondidos entre un flequillo que cae sin más.
Estoy entero y destruído. Me siento lleno, y algo que albergo en el interior de mi cuerpo me hace sentir calor.
Baila alguien que soy en mi interior al ritmo de una guitarra que dibuja música imaginaria, que existe y no, pero a pesar de su contradicción me hace sentir con cada acorde.
Es ese momento. Es el instante en el que contemplé un faro, el mar y la tierra.
Fue el fin de mis últimas vacaciones perfectas. Salto ahora y corro hasta una tabla de madera.
Mi madre se asusta y tira la comida al suelo.
Mi padre sabe qué busco y corre hacia mí. Él, como todo a mi alrededor, hace un esfuerzo en vano por alcanzarme.
El mar se acerca y yo corro a él.
La tabla cae al agua, luego caigo yo.
No lo hagaaaaas... Hijooooo...
Hijo sube a la tabla y sin mirar atrás se aleja. Hijo quiere zarpar a una aventura en la que encuentre un nombre. Hijo quiere sentir el extrañar. Quiere sentirse sólo y saber de una vez lo que es amar.
Alguien que quiere dejar de ser hijo ha zarpado. Una tabla. Un faro. Un mar.
¿Hay un destino? Hay una Vida para descubrir el siguiente paso.
Hay una postal de un joven sentado frente a un faro, un mar y el borde de una península. Hay un gran árbol, lleno de anillos, dándole sombra.
Gracias al simple hecho de existir y que todo comience. Lágrimas del color de la invisible esperanza caen de los ojos verdes. Aman caer. Aman sin saber qué es eso.
Sólo. Las voz del mar dice que zarpe. Aguardo su instrucción, aunque sepa que también sólo estaré cuando, al traicionarme, me haga enfrentar la tempestad.
¿Es una imagen real o es una imagen que creé? ¿Acaso importa dónde estoy si es donde nunca quise estar? Tengo una mente lista para llevarme a ese lugar que nunca creí conocer en la Vida.
Mamá puede seguir llamándome a comer. Mi padre puede seguir jugando con mi hermano al tennis en esa extensión de verde brillante, ahora a mis espaldas. Ya nada importa. El sol brilla y quien soy es algo que ahora puedo configurar en un entramado que une sueños y realidades, fantasías y experiencias.
Este es mi segundo de Vida. Aquí imaginando que estoy donde estoy, donde quiero estar. Frente al imponente mar, un faro que lo iluminará en su noche y nos permitirá observarlo ¿Podés ver? El mar está moviéndose. Las olas pueden llevarme en su sonido. Parece que en su ruido me callaran... a mi mente... a todo lo que cargué estos años... Shhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh dice... ¿lo escuchás? Es él. El mar podría ahogarme en su sonido y llevarme a lo profundo del agua.
Es libre el cielo cuando vive en lo alto y es celeste. Es abrazo el vientito suave que mueve las puntas de mi cabello oscuro. Descubre mis ojos al tiempo que viaja de continente a continente en el aire, a veces escondidos entre un flequillo que cae sin más.
Estoy entero y destruído. Me siento lleno, y algo que albergo en el interior de mi cuerpo me hace sentir calor.
Baila alguien que soy en mi interior al ritmo de una guitarra que dibuja música imaginaria, que existe y no, pero a pesar de su contradicción me hace sentir con cada acorde.
Es ese momento. Es el instante en el que contemplé un faro, el mar y la tierra.
Fue el fin de mis últimas vacaciones perfectas. Salto ahora y corro hasta una tabla de madera.
Mi madre se asusta y tira la comida al suelo.
Mi padre sabe qué busco y corre hacia mí. Él, como todo a mi alrededor, hace un esfuerzo en vano por alcanzarme.
El mar se acerca y yo corro a él.
La tabla cae al agua, luego caigo yo.
No lo hagaaaaas... Hijooooo...
Hijo sube a la tabla y sin mirar atrás se aleja. Hijo quiere zarpar a una aventura en la que encuentre un nombre. Hijo quiere sentir el extrañar. Quiere sentirse sólo y saber de una vez lo que es amar.
Alguien que quiere dejar de ser hijo ha zarpado. Una tabla. Un faro. Un mar.
¿Hay un destino? Hay una Vida para descubrir el siguiente paso.
Hay una postal de un joven sentado frente a un faro, un mar y el borde de una península. Hay un gran árbol, lleno de anillos, dándole sombra.
Gracias al simple hecho de existir y que todo comience. Lágrimas del color de la invisible esperanza caen de los ojos verdes. Aman caer. Aman sin saber qué es eso.
Sólo. Las voz del mar dice que zarpe. Aguardo su instrucción, aunque sepa que también sólo estaré cuando, al traicionarme, me haga enfrentar la tempestad.
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