El día en el trabajo fue extenuante. Estoy cansado y me cuesta caminar por el pasillo. Aún a pasos de la puerta es tedioso. El sobretodo está empapado. Llueve en Buenos Aires. Fuerte y decididamente llueve. Saco el manojo de llaves del bolsillo mientras me seco la frente con la manga de la camisa. Vueltas de llave en el cerrojo. Abro la puerta. El departamento está vacío y las luces apagadas. Antes de entrar, piso sobre la alfombra para dejar allí el agua de lluvia y la suciedad de la ciudad. Entro. Dejo el portafolio junto a la mesa de entrada y voy a cerrar la puerta. Prendo la luz. Miro a mi alrededor. Dios... estoy en mi hogar. La pared está pintada por la mitad. El blanco del yeso que falta pintar de color crema. Estuvo trabajándolo hoy parece. Encima me dejó la brocha sobre un tacho de pintura, goteando ¡Qué le importa si total después lo lavo yo! ¿Dónde se habrá metido? Hay un sillón vacío, una tele sin enchufar en un mueble viejito y sin cajones. La araña ya la habíamos comprado y la instaló temprano a la mañana, antes de que yo me fuera. Pobre, está esmerándose y yo me quejo. Los pasos de zapato en la madera hacen mucho eco. Hay vacío que necesita rellenarse. Camino hasta la pieza, todavía sin puerta. Ahí está. Tirado en la cama boca abajo y con los brazos abiertos. Mi vida, pobrecito, jaja. Desde que nos mudamos el domingo no deja tranquilo ni a un rincón de la casa. Parece un nene con ese pijama que usa. Stop un segundo. Rewind. Me siento en el suelo abrazando las piernas y hago rewind. Pensar que hubo una primera vez en que lo vi. Me sonrió, le sonreí esquivándolo y me vino a buscar. Me invitó a salir. Todo este tiempo supe que iba en serio. Hoy tengo un hogar con él. Con él. La persona a quien amo y con quien quiero compartirlo todo. Sí, estoy mojando todo el parqué pero no me importa, después veo qué hago. Ahora lo veo ahí, durmiendo en nuestra cama con un pijama azul de rayas blancas. Encima es ese pijama que le queda grande y tierno. Él está en mi hogar, lejos de quien fui desde que dejé la casa de mis padres. Él es mi hogar y yo soy su hogar.
Desde este rinconcito de la casa, a oscuras, solo puedo decir "Bienvenido a casa, querido yo". Es así. Bienvenido a casa de una vez y por todas las que soñaste con esto...
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